El desagradable entretenimiento que tengo es darle la vuelta a las caracolas y esperar que salga el bicho, porque aquí todo está vivo, y después dejarla en su sitio, adherida a la piedra de donde la saqué, la mayoría no consigue saber dónde está, apenas un par de antenas que simulan ojos (primas de caracoles y babosas), devolverlas a la piedra, tampoco les importa rodar en las profundidades o que las lleve la corriente... no tienen prisa, tampoco tienen miedo...