Infinite
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Burbuja: Un entrenamiento para cambiar de vida (III)

Un día especialmente duro en la batalla sangrienta de ideas opuestas. No en vano tengo un remolino en la frente y otro en la coronilla; cuando se sincronizan, son un tornado categoría EF5.
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133. Arena.


Abro demasiado los ojos, en un inconsciente gesto para que mis retinas absorban todo el celeste posible. Y recorro todas las direcciones que me permite el gran ventanal; ni rastro absoluto de una brizna de nubes por ninguna parte. Es más que evidente el cambio en la proyección de la luz con el solsticio de verano, un cambio que trae esa necesidad jugosa de aire y playa y bucear bajo el agua, tanto sol, un par de días anteriores tanta protesta de tengo frío. 
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M de marzo


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Horarios de colorines, Photoshop y tenemos un problema, Houston



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La gente normal


Si no tengo para comer, no puedo pensar en política ni en hablarte de Israel.

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Esto ya lo he visto


Esto ya lo he visto antes.

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Y por eso no habláis


Déjalos en paz.
Déjalos ya en paz.
Déjalos, que están muertos. Y son antiguos.

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¿En otro mundo?

San Juan Mal-Herido, patrón de los escritores frustrados

¡Pufffffffffffff!
No llega en el mejor momento patético las reflexiones de Dolorosas imprentas locales (II). O quizás sí. Viví muchos años cerca de una de esas imprentas, con sus olores a tinta y a grasa de maquinaria, un negocio que sobrevivió el tiempo suficiente para llevarle un montón de folios a encuardenar. Me devolvieron un libro de piel marrón y letras doradas, la tesis fin de carrera.
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Le dream - ¿Proyectos? - Ayúdame, maya

Le dio al chico un fuerte coscorrón en la cabeza.
- Tú piensas que tus sueños existen aquí, dentro. Pero yo me encuentro a mí mismo en todas partes, así que, ¿quién sabe qué parte de mí está soñando con otra parte?
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Una de generaciones que lloran mucho


Tan bonito y limpio el ensayo de Meredith Haaf sobre la Generación Perdida. Supongo, no me lo he leído. Estoy de generaciones (literarias y demográficas) hasta el mismísimo.

Tampoco creo que vaya a léermelo. Las reseñas son suficientes para entender que la chica de Múnich va a contarme otra milonga, la misma realidad edulcorada que sale en los medios españoles, entre las líneas de opinadores que son muy felices porque, claro, escriben porque les pagan o algo parecido.

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Al otro lado

Un vecino (inexistente en la realidad) golpeaba con saña la puerta de casa, queriendo echarla abajo para entrar. De los puñetazos pasó a lo que sonaban como golpes enfurecidos con el hombro.

Mi angustia aumentaba mientras sujetaba una jarra blanca de esas metálicas, como de cuarto de baño antiguo. Era por la tarde, bien tarde, pero todo estaba oscuro azulado por las persianas bajadas, no sé por qué.

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Principios conjugacionales de un relato-vida

Tenía unos 7 años y era una mañana de domingo, soleada y sin tareas pendientes, más o menos como la del pasado 26.  Observé la estantería del salón con curiosidad ociosa, porque no tenía ganas de poner la televisión. Saqué un libro al azar, La metamorfosis (y otros relatos) - Franz Kafka. Me dio bastante risa cuando empecé a imaginar la situación de un hombre (adulto) convertido en un bicho que, por la vaga descripción, parecía un escarabajo pelotero moteado. 
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