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Mostrando entradas con la etiqueta Literatura. Mostrar todas las entradas
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El año del pensamiento mágico

No sé si he escrito menos que nunca en el blog y por eso me he despistado, o primero me despisté y por eso he abandonado esta casa, cuando antes era el único lugar posible. Incluso he mandado a la carpeta de borradores despublicados una serie correlativa de posts (acción nunca antes vista aquí) porque no era su lugar ni momento. Pero regreso, como viejos amigos que se encuentran y reconocen después de viajar por todo el mundo.
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Apropiarse del espacio que siempre fue... por el camino raro


Una semana antes de cumplir los 40 años está impreso, táctil, con sus solapas ensuciables, mi primer libro vía editorial. Uuuy. Por los pelos obtengo esa etiqueta consuetudinaria del mundillo literario que dice escritora/poeta joven (menor de 40). La semana antes cuenta dentro de plazo, ¿verdad? Con su ISBN de España, no de Amazon. Y su depósito legal en los olivos de Jaén. Nada de fotocopias ni grapas, lejos de talleres europeos de factura umbría empaquetando autoedición.
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Y si existimos sólo para Google

Presentación de la novela de Belén Gopegui. A Coruña, noviembre 2017
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Soledades, identidades

Es curiosa la frecuencia con la que oigo cierta frase, "ser escritor es una profesión muy solitaria". Solitaria, ¿respecto a qué? ¿se diferencia en algo de otras actividades donde también y siempre trabajas solo? La gente que emite esa sentencia, ¿necesita en serio compañeros de oficina?
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Hacia los domingos de verano

Hace muchos domingos que no era domingo. Incluso con su sol. Tengo que revisar las cifras una y otra vez para calcular las pocas entradas de 2016. ¿Qué pasó con aquel mayo de un post diario -o el intento de-? En 30 días nacieron más cosas que en todo un año.
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Bernardiano suena bien como adjetivo


He escrito 8 libros. Es más de lo que han hecho algunos que hoy pueden poner en su tarjeta de visita o en la casilla profesional "escritor", "poeta". Cuento sólo aquellos libros que considero definitivos; si calculara con la edición de las colecciones de relatos, 2 libros más. O la edición de los diarios literarios, hasta 3 libros más. Pero 8. Serán 9 con el que voy a publicar. ¿Importa alguno? En absoluto.

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Burbuja: Un entrenamiento para cambiar de vida (III)

Un día especialmente duro en la batalla sangrienta de ideas opuestas. No en vano tengo un remolino en la frente y otro en la coronilla; cuando se sincronizan, son un tornado categoría EF5.
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El resto puede estar equivocado: Un entrenamiento para cambiar de vida (II)

Esto va así: en la primera relectura del día para continuar la corrección, una de las metáforas resulta simplemente genial, o mejora respecto a la jornada anterior -hoy hace sol y ayer llovía-. La terrorífica estampa del Ánima Sola, que con precaución anticipatoria inserté en el booktrailer, es hoy un símbolo redondo. Cómo no se me había ocurrido años antes, en vez de buscar por mitologías exóticas, sin éxito.
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No me vendas humo: Un entrenamiento para cambiar de vida (I)

Quedan 101 euros en mi cuenta para el resto del mes -y esto pasa el 11 de febrero-, después incluso de un ingreso de 10 euros (hay que estar loco) por la venta anticipada de mi próximo libro (reloco) de alguien que pasaba por aquí y ha decidido sumarse como nuevo lector del coño de la Bernarda (loquísimo). Aparece en la televisión, apenas dos minutos, un vendehumos tatuado que responde al nombre de Josef Ajram, conocido por argumentos con la profundidad de un charco pero estandarte de una actitud exterior que alcanza la fosa de las Marianas, nivelando el engaño general.
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Febrero (otra vez)


Voy en busca de la tormenta, madre.
Voy en busca de la tormenta y el remolino.
En este febrero sí se siente -desde el primer día- la borrasca que hace embudo en la calle y suena como tiene que sonar, a huracán apocalíptico.

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Comunicado oficial "Bajo el árbol morado. La creatividad maldita"

Durante la primavera del primer año en Periodismo imité la costumbre de mi novio, estudiante de tercero y prestamista de varios libros de simbolistas franceses (si tuviera que elegir una etiqueta, mi poesía se parece a esto, declaré al devolvérselos). Golden Virginia era la costumbre, un delicioso tabaco de liar, un placer inmenso tocar las hebras frescas y envolverlas en su papel y su filtro. Y muchísimo más barato, entonces, que el tabaco industrial de cajetillas.
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Hoy hace falta Fe

"Este es un libro de fe. Quizá también un grimorio para invocar a seres espectrales. Pero, por encima de todo, es un libro de fe en la Literatura y en el Arte de la Escritura. Un Tratado personal, llamémoslo Ars Scriptorum, mi libro prohibido de formación."

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Al otro lado

Revolotean quince-veinte páginas de un prólogo que intento recortar, por favor, un prólogo introductorio no puede tener quince páginas, qué pesadilla.

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Restos del orden


Reconozco que he acudido a las páginas de Marie Kondo a investigar su método para ordenar la casa. Es un problema que arrastro después de muchos años de convivencia en pareja, un desorden reaccionario y consciente, motivado porque lo de limpiar no es algo en lo que necesite ayuda sino una responsabilidad compartida. Al existir dejadez por la otra parte, hacer lo mismo y no mover un dedo, a pesar del profundo asco que me causa el desorden. 
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Por qué vuestra eternidad es imposible pero yo sí seré Kafka

Pienso en un muslo de pollo. Seguro que os ha pasado. Seguro que os pasó antes de ser estrictamente modernos y vegetarianos no orientales. Pienso en un pollo al chilindrón, por ejemplo. Todo está guisado en su punto hasta que llegas cerca del hueso. Hay una vena incrustada, violácea, rodeada de carne un poco rosada. Y aunque seas asiduo al steak tartar, a comerte un par de albóndigas o tres antes de freírlas, a la carne cruda en resumen -pero no chorreante-, ese pedazo, esa incongruencia cercana al hueso que desentona con el guiso completo, no puedes parar de roerla aunque sea con cierto desagrado. Tus dientes arañan el hueso. No es una alita sabor barbacoa que chuperreteas con gusto, como otras; planea una leve sensación de asco, ese sabor metálico a crudo y vena violeta que no deberían estar ahí. 
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Destino y sublimación: el estado de escribir


Al refugiarme en mi escritorio, con el nuevo libro de Eduardo Laporte como tesoro, tengo un ataque de risilla tonta, muy tonta, porque no puedo creer lo que estoy viendo en la pantalla del ordernador que dejé encendido. La tabla, de cuyo cuerpo argumental conozco: va de un muchacho que la lía parda haciendo windsurf y se convierte en náufrago por un día, se refleja en el salvapantallas aleatorio de mi Windows 10. Ataque total de risa, que con las serendipias acabo por mearme encima.

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El cisne postmoderno y el adoctrinamiento social [II]

Pero un día se acerca un pato viejo muy enfadado. Interpela al cisne, qué coño haces. ¿Perdón? responde. Que te he visto el cuello, tú no eres un pato, qué haces. El cisne se asusta primero. Después ve su reflejo sobre el agua y queda en shock. Es cierto, es cierto, hay un cuello demasiado largo. Retorcido, pero diferente. Intenta estirarlo pero le cuesta, por la forzada postura durante tanto tiempo. Prueba a dejar el cuello en una posición que le resulta más familiar. También decide probar en el agua, dejarse flotar libremente y entonces no se parece en nada a un pato: cruza sobre el estanque como si fuera aire, no es un pato. Y entonces llega la confusión. El viejo se da cuenta y parece que no le gustan los cisnes. Desaparecen las migas de pan, ese pato es demasiado grande. [II]
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El cisne postmoderno y el adoctrinamiento social [I]

Enhorabuena. Si estás leyendo estas líneas es que eres un cisne postmoderno, tienes tiempo para deglutir párrafos y después pasar a otros, después a otros... Enhorabuena, te felicito. En los últimos años se me ha olvidado por completo que yo también era un cisne.

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Uy, febrero...



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Recuperar mi vida


La primera vez que hablé con una editora de carne y hueso (en 2013) pensé que me estaba vacilando. Seis meses, dijo, para terminar la novela. En esa actividad de festival literario le había presentado las primeras 20 páginas, resumen del argumento con la estructura de todos los capítulos y longitud estimada para el texto completo. Seis meses. ¿Los autores publicados escriben tan poco? pregunté con burla.

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