Infinite

Perder el mechero y las alergias


Perder el mechero a las tantas de la noche era un favor, hace no tanto. De aquella época en que fumábamos dentro de los bares. La falta de nicotina duraba lo justo para elegir adecuadamente una víctima del retórico ¿Tienes fuego? y posterior conversación. Cuántas así.

Las reglas han cambiado

El vértigo no es cosa mía ni en lo alto del Dragon Khan. Quizás una sensación de aceleramiento en el estómago, subir-bajar, la gravedad maldita a 9.81 m/s². Esa velocidad toma impulso con el choque de dos pulsiones que se muerden en la boca. Visualiza dos dragones estilo chino, gigantescos, a dentelladas y guantazos.

Doble mitad


El dibujo, realizado sin prestar interés a la calidad artística, da un poco de miedo. No es que la foto sea muy mala, es que además el resultado es así de feo.

Uno de esos rostros estándar que pinto cuando me aburro o hablo mucho rato por teléfono o sólo quiero practicar con el trazado de caras. 

Cumbres del Nanga Parbat, la noche de azul


- ¿Hueles eso?
- ¿A porro?
- No, idiota, esa colonia.
- No huelo a nada en realidad.

Mísery, con tilde en la i de idiotas

Esto no es una queja quejicosa, es un grito de guerra. Porque estoy divinamente harta de tantas estupideces. Que vale que el mundo actual no tiene sentido, pero...
 

El clímax de teclarrea se ha visto cortado estos tres días por estar a prueba en un empleo hostelero. No quise decir nada por la antiquísima superstición de que se jodiera el asunto. Según me comunicaron esta tarde no hay permanencia, así que reescribo este post dejado a medias.