Infinite

Hay esperanza absurda en las estrellas

El reloj marca y 57 y me relamo del gusto por la precisión; hay tiempo de sobra. Tres minutos. Ya estoy preparada al viejo estilo, con todos los sentidos alerta, como si fuera una cita periodística de antaño. Ese tic del reloj suizo, sueco en este caso, la errata que no he corregido todavía en el libro, no sé por qué: mirar el móvil -el reloj- cada 5 segundos, no cada 5 minutos.

Charla pendiente

Otoño es una excusa

Nuestro mundo

Llevo el móvil en la mano pero me da pereza usar el botón de foto. Trotando al ritmo de la música me aproximo a los menhires con la luz preciosa, el cielo sin una nube, verde fosforescente en los pies con alguna margarita salvaje en su sitio correcto. 

Tomar el sol, tomar la luna

Los grandes eventos astronómicos observables a simple vista son un imán para mi curiosidad. Y esta noche las nubes han desaparecido. Aunque no recordara la cita, en el ventanal más grande de toda la casa sólo hay superluna: frontal, gorda, silenciosa.