Infinite

#Agosto


Se agotan los títulos. 

Lunae - Lunes - Superluna


Abrir la caja de los truenos,
el cajón de mierda,
la caja de Pandora, 
el baúl de la Piquer, el de Karina, el arca de la Alianza, Indiana Jones en busca de la Chancla Perdida -y sin calcetines-, 
sácate el Diccionario de sinónimos y antónimos Espasa Calpe de la puñetera boca. 

El exacto momento en que la hoja empieza a romperse; la cerilla, cuando prende; la letra capital en la esquina superior izquierda, y quizá, quizás, una "s" perdida en el camino. El segundo antes, en blanco, de que empiece la primera nota del primer acorde en la canción.

Quitarle, en definitiva, el precinto a un paquete de 500 folios. Y cagarla.




Sin filtros


Tan de postal, la imagen. La luz real, sin ningún tipo de filtro, sobre un ejemplar de Vanessa atalanta (¿Vanessa? ¿quién le ha puesto ese nombre?). Con su gracioso naranja sobre fondo marrón oscuro, sus manchitas blancas y sus motas azules en las esquinas.

Hojas de arena


El desagradable entretenimiento que tengo es darle la vuelta a las caracolas y esperar que salga el bicho, porque aquí todo está vivo, y después dejarla en su sitio, adherida a la piedra de donde la saqué, la mayoría no consigue saber dónde está, apenas un par de antenas que simulan ojos (primas de caracoles y babosas), devolverlas a la piedra, tampoco les importa rodar en las profundidades o que las lleve la corriente... no tienen prisa, tampoco tienen miedo...

El libro en la playa


Tú me acompañarás.

El pan y la sal

Un buzo ahí arriba, a la izquierda

La gente siempre está dispuesta a creer. Sea en lo que sea. Tú estás dispuesto a creer. Siempre hay algo más, y si no lo nombras con el título de algún dios, de alguna diosa, entonces lo etiquetas con el nombre de ciencia. O de poder. El poder humano, disimulado con la etiqueta de "política". Adscribirse a un partido, de un lado u otro del centro del campo, diluírse, creer en ese poder superior. 

La gente normal


Si no tengo para comer, no puedo pensar en política ni en hablarte de Israel.

Días epagómenos [en julio]


He estado cinco días fuera, como los días epagómenos del Antiguo Egipto, aunque se ha alargado en una semana completa de puro silencio. Sé que esos cinco días, traspasados al calendario actual, caen a finales de junio, por el solsticio de verano, y después han ido cambiando porque las estrellas no paran de moverse. Aun así, y sin ganas de hacer cálculos (y porque no encuentro la página de egiptología con su software para hacer números, que probé allá por 2003, números que contradicen las fechas que da Wikipedia) vienen a ser las mismas jornadas, simbólicas, fuera del tiempo. 

Exposiciones que vi sin querer