Infinite

Allí


La boca del infierno es una cafetera vacía cuando vas a echarte un vaso. 

En las playas de la Térmica, la chimenea de ladrillo de la antigua fábrica ha exhibido por años mi verdadero nombre, graffiti gigantesco en letras blancas.
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Símbolos


Esto de la foto son unos tallarines tres delicias podridos. No los oléis, pero están PODRIDOS. Hace falta una mascarilla de oxígeno para acercarse a menos de 10 metros, o un jersey que tapone las fosas nasales para obtener la instantánea. Ni un poco raros ni con regusto a sobras: digo que la carne sabe a zombi descompuesto hecho tiras. La imagen hace justicia al pedazo de ternera, sí, se parece a lo que estáis pensando.

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El sueño de los injustos

by José Granizo, extranjero antes conocido como fotógrafo

El canal donde leí la información se me ha olvidado por completo; creo que fue en un blog de consejos sobre (auto)edición. Uno de los puntos para neo-escritores más solos que la una es que no transcurriera demasiado tiempo entre una obra y la siguiente, en su publicación en la selva amazónica. De esta manera, los lectores potenciales no huirían hacia el siguiente viral de gatitos.
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Nada es lo que parece...



 ... o de cómo citar a Dante sin haberle leído una puta línea (Inferno, mucho menos)

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Bailoteo existencial (2)

Un perro verde. Vamos, lo normal in my world


Es tan sorprendente el movimiento cíclico que da hasta miedo. Parece que lo hubiera escrito un guionista drogado en pleno ataque de ictus cerebral. O que debe ser así, y ya está. Tantos tioglicolatos en el pelo se pagan...
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Under (2)



El sol de noviembre todavía pica, con 15 minutos de insistencia. El aire, sin embargo, tiene el tono gélido y húmedo que adelanta el invierno. Ha estado lloviendo toda la noche. El fuerte viento arrastra al horizonte las nubes de tormenta que quedan.
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#Jueves

Mi reino por un caballo de Gengis Kan

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Martes so far



Mírame, estoy acorralada.
Mírame, el desierto me ha hecho inofensiva.
That thing in the soul of the many. 
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#Sábado

Por aquí escupo

Hay una gran diferencia entre la autoconsciencia afilada como un bisturí, capaz de diseccionar el mundo al mismo tiempo que se observa uno dentro, como espectador, y el simple ombliguismo chato del yo; entre sufrir enfermedad delicada o sólo sufrir de consumismo capitalista o los cánceres de los abuelos; entre los estados alterados de conciencia, con un objetivo ulterior de conocimiento, trabajados durante largas horas como entrenamiento espiritual, y el simple desbarre alucinatorio de drogas sintéticas. El ser humano más hueco puede alcanzar el estado de Nirvana con la dosis adecuada de MDMA, según kilogramos de peso.

Intenta hacerlo sobrio, gilipollas, verás que no puedes hacer nada.

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Revolta

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