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Al final o al principio de la línea

Funesto es el adjetivo que preside el lluvioso día de entrada. Funesto, con esa luz cegadora de color hueso de muerto. Cuando llueve hace menos frío aquí, nos alejamos de los cero grados de la madrugada. Este blanco espectral suma irrealidades a la convención de un nuevo año, porque el calendario (la Tierra, el camino del Sol por la galaxia) no se ha detenido un segundo: atentados en Estambul, una mujer fallece al caerse por una ventana y se investiga a su expareja con orden de alejamiento que, sin embargo, estaba demasiado cerca. Las luces de feria de los horrores siguen en la tienda, tal y como las dejé el año pasado. 

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Hiperrealidad

A las 10 y 10 de la noche cruzo el pasillo de la zona de vestuarios con pies firmes. La sala de personal -cocina equipada, máquinas de café y chucherías- también tiene una tv (mediana-grande, como la de mi casa) que se ve desde el pasillo. Sigue encendida a un volumen moderado. Dos presentadoras en pantalla, una en estudio y otra con fondo de calle, la frase al vuelo última hora desde Berlín. 

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Hoy hace falta Fe

"Este es un libro de fe. Quizá también un grimorio para invocar a seres espectrales. Pero, por encima de todo, es un libro de fe en la Literatura y en el Arte de la Escritura. Un Tratado personal, llamémoslo Ars Scriptorum, mi libro prohibido de formación."

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Siempre hay un escalón más en la sorpresa

Ha sido el año más improductivo respecto al blog de todos los que lleva en funcionamiento. Mientras me desangro terminando el nuevo libro para el 15 de octubre (correcciones tan radicales que suponen cambio de páginas completas) me golpea el último, único, exclusivo detalle que nunca pensé fuera a materializarse. A fin de cuentas, hablamos de una escritora estadounidense. 
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Al otro lado

Revolotean quince-veinte páginas de un prólogo que intento recortar, por favor, un prólogo introductorio no puede tener quince páginas, qué pesadilla.

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Restos del orden


Reconozco que he acudido a las páginas de Marie Kondo a investigar su método para ordenar la casa. Es un problema que arrastro después de muchos años de convivencia en pareja, un desorden reaccionario y consciente, motivado porque lo de limpiar no es algo en lo que necesite ayuda sino una responsabilidad compartida. Al existir dejadez por la otra parte, hacer lo mismo y no mover un dedo, a pesar del profundo asco que me causa el desorden. 
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Todos somos perlas

Hundo la mano y escucho gustosa el sonido hipnótico del que se graban vídeos artificiales. Pero en directo. Con el crujido de la arena, recuerdo: una vez fabriqué una perla, producí una perla, como sólo saben hacerlo las ostras.

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Por qué vuestra eternidad es imposible pero yo sí seré Kafka

Pienso en un muslo de pollo. Seguro que os ha pasado. Seguro que os pasó antes de ser estrictamente modernos y vegetarianos no orientales. Pienso en un pollo al chilindrón, por ejemplo. Todo está guisado en su punto hasta que llegas cerca del hueso. Hay una vena incrustada, violácea, rodeada de carne un poco rosada. Y aunque seas asiduo al steak tartar, a comerte un par de albóndigas o tres antes de freírlas, a la carne cruda en resumen -pero no chorreante-, ese pedazo, esa incongruencia cercana al hueso que desentona con el guiso completo, no puedes parar de roerla aunque sea con cierto desagrado. Tus dientes arañan el hueso. No es una alita sabor barbacoa que chuperreteas con gusto, como otras; planea una leve sensación de asco, ese sabor metálico a crudo y vena violeta que no deberían estar ahí. 
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Destino y sublimación: el estado de escribir


Al refugiarme en mi escritorio, con el nuevo libro de Eduardo Laporte como tesoro, tengo un ataque de risilla tonta, muy tonta, porque no puedo creer lo que estoy viendo en la pantalla del ordernador que dejé encendido. La tabla, de cuyo cuerpo argumental conozco: va de un muchacho que la lía parda haciendo windsurf y se convierte en náufrago por un día, se refleja en el salvapantallas aleatorio de mi Windows 10. Ataque total de risa, que con las serendipias acabo por mearme encima.

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Pulmones estropeados y las segundas oportunidades

Estreno mi tercera "gran" enfermedad pulmonar y a la tercera va la vencida, dicen. Hace años que no prestaba atención a mocos ni pulmones porque lo último fue una gripe versión A (sí, la famosa A) que me contagió un compañero de aquella redacción de mierda en 2010. Qué asco da el periodismo en los pueblos (escribo bien, pueblos, no un absurdo "de provincias", pueblos de 30 mil habitantes o menos) y con jefes que no son periodistas. Pero ese es otro tema y será otro día.
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Es el aire



Es el aire hermoso que redondea tus formas
como el aire que se cuela
en la tinta borrable de este aparato,
con la goma hago que desaparezca
lo dicho y con aliento soplo en
tu mejilla, cerca del oído,
las palabras imposibles que nunca
te diré porque no puedo.

Es el aire hermoso que te sujeta
en mis paredes
como el aire que se cuela, rítmico,
en mis pulmones cansados
porque no puedo decirte nunca esto
que te niegas a escuchar
aunque lo sabes, lo sabes,
sibilante el aire
ya lo sabes.

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Los horrores del Black Friday

Banksy

El año pasado participé de manera involuntaria en esta ya instaurada tradición cultural española de rebajas comerciales sin ser periodo de rebajas, un adelanto de la glotonería navideña, también conocido como Black Friday. Entré en la jungla de individuos ansiosos porque necesitaba, necesitaba de verdad por el trabajo a la interperie como captadora en pleno invierno, una buena chaqueta para el frío y un par de botas que resistieran la lluvia. Y llamó mi atención, en las tiendas de ropa, tanto cartel de rebajas sólo por un día.
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Bailoteo existencial (4)


Es otro noviembre precioso y raro. Otra vez.

No tengo un post "bailoteo existencial 3" porque estaba tan ocupada escribiendo 1.666 palabras diarias que no me acordé de la tradición. Pero fue.

Si este me he acordado ha sido por acumulación de datos y dos días con dos canciones concretas, totalmente opuestas. Por despertar con el alba y sentir las notas de una de ellas atravesando mi media conciencia (¿dejé puesta la lista de reproducción?) y esa espera adormilada mientras sube el café. Por el desarrollo de otro artículo que se va desinflando, se enquista, acaba por ser una idiotez que suena a blablabla, pfú pfú, ja, ja, al ritmo de la segunda. Cómo resumir que los convencionalismos sociales casi me destrozan, al cabo, por tragarlos a la fuerza en contra de mi propio ser y casi transformarme en una rana hervida del todo.

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A reloj parado


Algo de hipnótico tienen los relojes parados, los señores relojes que siempre están en marcha a la vista de la calle y funcionan con exactitud hasta que se detienen, sí, hay un momento de incredulidad y de no-se-sabe-si-de-verdad se ha roto; las agujas mantienen su posición, la hora pasa, el tiempo en el mismo sitio. Se ha estropeado, dictamina el forense. 

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Los fantasmas que guían las manos

La sangre es de verdad. Y tan de verdad, coño, cómo pica
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Viento al amanecer


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Acumulación y praderas


Han regresado los viejos tiempos. Esto es: me he despertado 10 minutos antes de que saliera el sol, lo justo para poner una cafetera nueva.

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Doors of Perception



Cada vez que sueño con puertas me cago viva.

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Pedazos combinados: Vilas-People, Tierra ignota, recitales varios


En la sucursal de Unicaja, antes Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Ronda y Antequera y después hiperfusionada con Cádiz, Almería y Jaén, una entidad más malagueña que un puñado de boquerones en vinagre ensartados en una biznaga y ahora con oficinas tan lejos como Valencia, Alicante o Madrid, en esa esquina central del barrio, decía, es donde el abuelo revisaba algunas mañanas los ahorros de toda una vida, y después se traía los folletos de un montón de cosas que ya se celebraban esos años. Un tiempo ignoto en el que la única manera de enterarse de esas mismas cosas -para la gente de a pie- eran los folletos de entidades convocantes o por los anuncios en prensa. Cuando se leía el invento llamado prensa, en papel. Para que sirva de algo todo eso que escribes.

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Existence

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