Tenía 16 años y tanta energía como para andar por el cementerio y reírme de la cifra mil ocho. 1800. Qué viejos.
Et in Arcadia Hölderlin
martes, 10 de febrero de 2015Les Bergers d’Arcadie (1637-1638) - Nicolas Poussin |
Hölderlin fue cifrado en piedra, en caracteres cirílicos y puntiagudos, esculpido por los canteros que sabían hacer las estanterías para la catedral. En un apartado del bosque, bajo un arbusto de grandes proporciones, escondieron esta piedra grisácea cuajada de inscripciones que nadie entendía y que pronto se olvidaron. En ese momento, Hölderlin no sabía que pasaría a la historia, porque sus contemporáneos ya le decían que no tenía nada que decir en esos momentos; el tiempo juzga de manera desigual, y sobre todo, hay un espacio fuera del tiempo que no se puede controlar en absoluto. Porque el tiempo de Dios es infinito y lo maneja a su antojo, tal como es: una ilusión. El tiempo de Dios es perfecto porque es eterno. La Eternidad es, precisamente, el no-tiempo, no el tiempo para siempre.
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