Así es, aquí están, míralos. Todos los papeles viejos, los únicos que quedaban. Las últimas copias, incluyendo sus réplicas en CD, rotos. Todo junto, desmenuzado y astillado, ha ido a la basura. Fin.
Desconozco las manías de los escritores actuales respecto al tratamiento del primer material que escapó de sus manos. En el modelo antiguo, la mayoría de casos con éxito cuentan una historia parecida: se destruyen las primeras tentativas, con asco, por miedo o por vergüenza. En el modelo nuevo es más complicado, porque las muestras se airean al ojo mundial a través de la red, publicados digitalmente, después quizás en papel; hay más rastro donde aferrarse. Mucho más que perder.