Por aquí escupo |
Hay una gran diferencia entre la autoconsciencia afilada como un bisturí, capaz de diseccionar el mundo al mismo tiempo que se observa uno dentro, como espectador, y el simple ombliguismo chato del yo; entre sufrir enfermedad delicada o sólo sufrir de consumismo capitalista o los cánceres de los abuelos; entre los estados alterados de conciencia, con un objetivo ulterior de conocimiento, trabajados durante largas horas como entrenamiento espiritual, y el simple desbarre alucinatorio de drogas sintéticas. El ser humano más hueco puede alcanzar el estado de Nirvana con la dosis adecuada de MDMA, según kilogramos de peso.
Intenta hacerlo sobrio, gilipollas, verás que no puedes hacer nada.
Hay una gran diferencia, en definitiva, entre una profundidad y el amago de profundidad, que se ha convertido en otro reclamo de consumo rápido para llenar espacios de bytes.
Los escritores antiguos no tenían Facebook y sufrían de verdad.
¿En serio creéis que no habrían narrado sus depresiones, día tras día, en las redes? ¿Hasta ser extenuantes y cansinos?
La boca me sabe a puñetazo, todavía.
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