Infinite

Bailoteo existencial (2)

Un perro verde. Vamos, lo normal in my world


Es tan sorprendente el movimiento cíclico que da hasta miedo. Parece que lo hubiera escrito un guionista drogado en pleno ataque de ictus cerebral. O que debe ser así, y ya está. Tantos tioglicolatos en el pelo se pagan...

Bailoteo esta vez sin que me haya rozado ninguna gripe, ningún amago de fiebre o frío.

Quiero mi libreta roñosa Made in China, de importación, y un bolígrafo que consiga escribir sin incrustarse en un papel tan malo.
Quiero la soledad completa de estar aquí todo el tiempo del mundo, sin los ruidos de maruja fregando platos de manera equivocada.
Quiero que la otra pestaña abierta no escupa noticias imposibles, una tras otra. Ya, pues ciérrala. Ya, pero entonces no me entero de lo que pasa.

Un año después, el puente. 

Un año antes, me preguntaría también si un cuadro en blanco es arte. Un año después digo bah, ponle una etiqueta con un precio imposible y nadie discutirá si lo es.

Las persianas vintage son lo más. En serio. De verdad. Que sí. O no...
Bailoteo porque me he derretido quince minutos al sol de noviembre, antes de que se nublara. Y porque te entra la risa floja, tonta, de la vergüencita ajena, leyendo lamentos imposibles de tu propia mano.

Quiero, tan sólo, esta libreta roñosa en la que ya no tengo hojas por tirar a la basura.





 

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