Una entidad fragmentaria, una letra demencial. Unos acordes y unas risas, nueva letra demencial y fragmentos de entidades que se retuercen. Qué es todo si no son pedazos de piel desafinada que te sacudes de los hombros (caspa) y argumentos en cuadrícula (la caspa) y más letras demenciales en el contrato de permanencia.
Hasta que no quede una sola lágrima demente en nuestros pañuelos. Cuando ya lo ha conseguido, huye. Se cree que huye, lo parece. Esta sensación de brillo demencial, huye, necesita un reflejo para detener la fractura.
nunca estuvo aquí, entre los acordes, nunca estuvo en pequeños fragmentos, supo convertirse en la sombra pero no en el frontal del ejército, no alcanzó a la otra risa de avanzadilla, nunca estuvo aquí
Cuánto puedo decirte, hasta dónde puedo decirte para que no salgas de aquí. Dónde están los fragmentos cuando los reclamo, en la esquina fragmentaria nos veremos, por el rabillo del ojo, los ojos de gato. Varios golpes directos, alguno indirecto, un arañazo pasional en los ojos de gato, un poco de pintura; pero nada duele tanto como tus propias pestañas incrustadas en la córnea.
Era tan infeliz la (id)entidad fragmentaria que ya no podía soportarlo más.
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