La rémora de cansancio sigue el miércoles 4 de enero, todavía horas de sueño y hastío, pero sopla de a poco una energía familiar: pienso en el artículo diario para el blog, temas, dame temas. Pienso en el parecido de este propósito de año nuevo con la imagen de una garrapata, fija, férrea en su posición inamovible gracias a las extremidades de anzuelo atravesando la carne.
En las noticias matutinas permanece la estela de comentarios sobre el vestido de Pedroche para la retransmisión de Nochevieja, debate animado por feministas de toda clase, por reaccionarios y ahora por los contra-comentaristas de ambos a la vez. Es un tema estéril por completo, aunque llene espacios. El vestido era la hostia de curioso, la presentadora se lo quiso poner, ella y la cadena televisiva encantadas porque de lo que se trata es de ganar audiencia en el minuto de oro y poco más. Crear espectadores fieles de un año para otro, ya no tiene más hondura esa cuestión: nadie se va a perder lo que creará polémica.
Si algo me preocupa de ese tema sólo es la curiosidad hasta finales de año por ver cómo le quedará el azul transparente a su marido Dabiz.
Este miércoles el horario es diferente a los otros días del nuevo 2017. El turno de trabajo apenas cuatro horas, no la jornada partida completa. Tengo tiempo por la tarde de dar vueltas a otros temas, aunque llega la medianoche y ya estamos incumpliendo propósitos. Tranquilidad. El jueves 5 de enero, por fin, despierto con las horas de sueño adecuadas. Y el encanto de que serán otras cuatro horas de tienda pero al salir se abrirá un día de descanso, día de Reyes libre. Más importante, también despierto el jueves con varias horas de antelación para leer las noticias, pensar despacio en textos y un café que puedo saborear en vez de engullirlo de un trago porque llego tarde.
Pensaba ya el miércoles, antes de la distracción estelar de un vestido, en una versión del artículo Carta al director: "Soy un superdotado de 25 años y he malgastado mi vida". Tantas loas a la diversidad, tanto hablar del sufrimiento de carencias y defectos, pero las cuestiones por arriba que crean el mismo sufrimiento a nadie le interesan. El jueves sigue esa idea, en plan salida del armario, versión española, qué espanto el sistema educativo español y cuando somos adultos seguimos exisitiendo y sufriendo, a veces (30%) bastante jodidos de la vida. Y si el de la carta está jodido con 25, imagínate cómo estarán los que van a cumplir 38. Y si encima eres mujer, ya ni te cuento. Falta ese detalle en todo el artículo. Encuentro casualmente líneas inspiradoras en el texto ¿Por qué la sociedad rechaza a las niñas brillantes?
Pero no van a quedarme unos párrafos pedagógicos ni estructurados, sino un texto pasivo-agresivo, patético, destructivo por la melancolía, como si fueran las memorias de una plañidera alcohólica. Así es como reniego de un post, en el último momento. Es preciso enganchar los temas cuando la energía acompaña a lo que se quería escribir; no tiene sentido un vómito de post cuando estoy tratando de anclarme, garrapata con gafas, a un discurrir más positivo. Más productivo. Sobre todo en este caso, único en el que alguna vez utilizaré el "flaco favor le estás haciendo a..." dirigido a una mujer, en concreto a Lucía Etxebarria y su salida del tiesto por el lado raro (ahondando en el estereotipo desagradable de la prepotencia) cuando se puso a hablar del tema.
El post pendiente me importa ya una mierda y en vez de insistir, tras pasar el test preliminar -y como el especialista en su momento no me dio un maldito papel con el informe- solicito el test definitivo para el ingreso en Mensa.
Después aprovecho para respirar profundo y mentalizarme. Son cuatro horas. Nada más, es muy poco. Para algo han servido las clases, y clases, y clases, y experiencia, y entrenamiento. Y más experiencia, más trabajos y más clases en comunicación. Sí, he tenido que aprenderlo: soy radicalmente introvertida. Radical-mente. No os lo podíais ni imaginar, eh. Primero es mi mundo, luego, si eso, el resto. Soy extrovertida y abierta, pero un rato nada más; luego necesito regresar a mi espacio. Vivo de dentro hacia fuera, siempre ha sido así, siempre lo será y es inevitable el choque con una sociedad en la que predomina lo contrario (de fuera hacia dentro) igual que los zurdos también son menos por estadística.
El resultado es que los objetivos de ventas se cumplen y los clientes, en su mayoría, encantados por la impresión de la chica tan maja que sabe un montón de aparatejos de cocina y se la ve disfrutar como una mona explicando su funcionamiento -and the Oscar goes to...-. La hora de vuelta a casa coincide con la Cabalgata de Reyes, que la encuentro de frente justo en la esquina de mi calle. De regalo: toma bombardeo improvisado de caramelos sin azúcar, tamaño grande, casi rozando la avería -uno me impacta en el filo del ojo derecho y otros dos retumban en el centro de mi cráneo, con saña-.
El viernes, 6 de enero, aparte de los regalos empaquetados, el mejor regalo es el tiempo. Para disfrutar editando otro vídeo, estudiar para los exámenes, ser consciente del efecto garrapata aunque cuento tres días de "retraso" en el blog.
Hemos arrancado. La inercia -positiva esta vez- no tiene vuelta atrás.
Pensaba ya el miércoles, antes de la distracción estelar de un vestido, en una versión del artículo Carta al director: "Soy un superdotado de 25 años y he malgastado mi vida". Tantas loas a la diversidad, tanto hablar del sufrimiento de carencias y defectos, pero las cuestiones por arriba que crean el mismo sufrimiento a nadie le interesan. El jueves sigue esa idea, en plan salida del armario, versión española, qué espanto el sistema educativo español y cuando somos adultos seguimos exisitiendo y sufriendo, a veces (30%) bastante jodidos de la vida. Y si el de la carta está jodido con 25, imagínate cómo estarán los que van a cumplir 38. Y si encima eres mujer, ya ni te cuento. Falta ese detalle en todo el artículo. Encuentro casualmente líneas inspiradoras en el texto ¿Por qué la sociedad rechaza a las niñas brillantes?
Pero no van a quedarme unos párrafos pedagógicos ni estructurados, sino un texto pasivo-agresivo, patético, destructivo por la melancolía, como si fueran las memorias de una plañidera alcohólica. Así es como reniego de un post, en el último momento. Es preciso enganchar los temas cuando la energía acompaña a lo que se quería escribir; no tiene sentido un vómito de post cuando estoy tratando de anclarme, garrapata con gafas, a un discurrir más positivo. Más productivo. Sobre todo en este caso, único en el que alguna vez utilizaré el "flaco favor le estás haciendo a..." dirigido a una mujer, en concreto a Lucía Etxebarria y su salida del tiesto por el lado raro (ahondando en el estereotipo desagradable de la prepotencia) cuando se puso a hablar del tema.
El post pendiente me importa ya una mierda y en vez de insistir, tras pasar el test preliminar -y como el especialista en su momento no me dio un maldito papel con el informe- solicito el test definitivo para el ingreso en Mensa.
Después aprovecho para respirar profundo y mentalizarme. Son cuatro horas. Nada más, es muy poco. Para algo han servido las clases, y clases, y clases, y experiencia, y entrenamiento. Y más experiencia, más trabajos y más clases en comunicación. Sí, he tenido que aprenderlo: soy radicalmente introvertida. Radical-mente. No os lo podíais ni imaginar, eh. Primero es mi mundo, luego, si eso, el resto. Soy extrovertida y abierta, pero un rato nada más; luego necesito regresar a mi espacio. Vivo de dentro hacia fuera, siempre ha sido así, siempre lo será y es inevitable el choque con una sociedad en la que predomina lo contrario (de fuera hacia dentro) igual que los zurdos también son menos por estadística.
El resultado es que los objetivos de ventas se cumplen y los clientes, en su mayoría, encantados por la impresión de la chica tan maja que sabe un montón de aparatejos de cocina y se la ve disfrutar como una mona explicando su funcionamiento -and the Oscar goes to...-. La hora de vuelta a casa coincide con la Cabalgata de Reyes, que la encuentro de frente justo en la esquina de mi calle. De regalo: toma bombardeo improvisado de caramelos sin azúcar, tamaño grande, casi rozando la avería -uno me impacta en el filo del ojo derecho y otros dos retumban en el centro de mi cráneo, con saña-.
El viernes, 6 de enero, aparte de los regalos empaquetados, el mejor regalo es el tiempo. Para disfrutar editando otro vídeo, estudiar para los exámenes, ser consciente del efecto garrapata aunque cuento tres días de "retraso" en el blog.
Hemos arrancado. La inercia -positiva esta vez- no tiene vuelta atrás.
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