Lloro mis consignas en la noche deshecha.
Hace un frío terrible a punto de amanecer,
ese instante.
Lloro por la soga que me he tirado al cuello
y no quiero sacar las tripas, por qué
no retrasarlo, por qué contarte quién soy,
por qué decirlo todo si no es desde la falta
de estar equivocada tantos años.
Lloro porque el centro de la galaxia
se dibuja en mi esternón dolorido.
Es curioso, nunca he salido de aquí,
la galaxia, la isla secreta, el Edén donde todo
son manzanas de Sabiduría
es mi esternón,
lloro hacia adentro y silencioso
porque soy un fraude extrovertido lo que ves
y mi casa es otra, esta, el filo del amanecer,
el cruce de caminos
el Umbral entre los mundos
(ni en Este ni en Aquel)
el vano de la puerta que sostiene
las instrucciones en piedra.
Con una sonrisa
lloro a carcajadas porque
nunca
he estado tan segura de algo en mi vida
como de la inseguridad que me preside.
No hay comentarios