Infinite

Le fou



Hablar de libros de otros, tan seguido, me deja un poco loca.

La producción se ha estancado de manera terrible, por una pérdida de interés impuesto desde fuera. Cada día llegan nuevas malas noticias, un nuevo autor que explica lo mismo y se adelanta. Entonces claro, surge la pregunta: ¿para qué? 

Niños que pisotean como Atila

El pozo versión The Ring
Lo de Iván Repila ha sido extraño desde el principio. Si tienes entre manos libros de 500 y 300 páginas, en papel, la sensación de El niño que robó el caballo de Atila (Libros del Silencio, 2013) da miedo, con 130 páginas de texto nada más. ¡130 y con letra tamaño 14! ¿Qué es esto?

La escoba del sistema Preview


Resulta difícil terminar un libro cuando, junto a problemas de concentración por dispositivos varios, hay que detenerse cada pocos párrafos con un ataque de risa de esos malos, con lágrimas saltadas y dolor de estómago por el esfuerzo. He cambiado los horarios (nocturnos) de lectura porque molestaba a todo el vecindario con las carcajadas violentas. Y todavía quedan unas 200 páginas de esta tortura. 

La espera


Hoy soñé que en la distancia
te arrastraba de los pelos
hasta el dormitorio
y rompía la tela
tú reías
saltaban los botones
yo reía
y desaparecían mis zapatos
voladores
crecía la noche
sin espacio ninguno a la imaginación.

Los versos del hambre


— No.
—¿Y por qué no?
Porque ahora no.
Grrr...

Teclarrea

Ada Wang
Vuelvo siempre a la misma época porque
en esa época escribía sin descanso
hasta terminar libros.