Cigarrillo, café. Otro cigarrillo y la pantalla del ordenador por todo entretenimiento aquella tarde. Los versos desfilaban por el documento word, a punto de convertirse en un poemario nuevo. Sin intención de que fueran un poemario nuevo, ni un libro, ni nada.
Clic. Clic clic. Oh. Clic clic clic.
Gran descubrimiento. En un mes finaliza un concurso literario para "jóvenes", uno entrañable en el que había participado un par de veces, años atrás, cuando iba por las primeras convocatorias. Sin resultado alguno. Un certamen organizado en mi ciudad, de estos oficiales, con la Diputación y todo por medio, oiga.
Qué curioso. Ya no participo en concursos. No. Sí. Que no. Bueno. Qué más da.
Por intentarlo no pasa nada. ¿Y si existiera justicia poética? Imagino la hipótesis: después de abandonar la poesía por unos años había vuelto a escribir. Terminaba de corregir el nuevo "libro", se presentaba al concurso no ganado en dos ocasiones anteriores y conseguía alguna mención. Con el plus de ser indígena del terruño. Y salía en la reseña que todos los años dedicaba el mismo periódico al evento, justamente ése en el que se le había acabado el contrato y no le habían renovado, después de tomarle el pelo y ser confundida con una puta becaria.
Una hipótesis importante, desde luego, de dimensiones faraónicas. Esas cosas sólo pasan en los dibujos manga tipo Candy Candy.
Por probar, había que participar primero. Además, el tiempo se echaba encima y con el veto de la edad quedaban menos oportunidades. Jóven hasta los 35.
Bueno. Vale. Pues venga. Y ya que estamos con el ordenador y sacrosanto Google, repasemos los ganadores de estos años perdidos, para hacerse una idea. Aquí empieza mal la cosa, para variar son hombres ganadores de todas las convocatorias. De todas. Uhm. Tranquilidad, que no se hinche la yugular antes de tiempo.
Por casualidades, encuentro la reseña de un ganador reciente, que además vive en la ciudad, e incluso participa en unas lecturas poéticas que acabo de enterarme de que existen (y yo pensando que la literatura estaba muerta en estos lares). Qué cosas.
Un poco más de vueltas y la pantalla me escupe algunos poemas del libro con el que ganó el certamen, el blog donde escribe sus columnas rollo soy-antisistema-porque-soy-machistahomófobo-ymuyhijodeputa y su Facebook. El poeta Chory-Pollo, resumiendo en una palabra compuesta.
Clic. Agregar como amigo. ¡Info, necesito más info!
Como periodista curtida en asaltar por la calle a todo tipo de viejas, viejos verdes, merdellones(*) y yonkis para hacer encuestas, en cuanto aceptó la solicitud y vi que se conectaba al chat lo abordé sin más para preguntarle por el premio. Hola qué tal, encantada. Mira, qué hay que hacer para ganar este premio, oficial y extraoficialmente, con la acidez irónica de quien no es nadie y sabe que un corcurso literario de ese tamaño y en este país está perdido de antemano. Que si hay que conocer a fulano o mengano, haber publicado aquí o allá, haber estudiado aquí, qué tipo de poesía buscan, siguiendo con la broma resentida.
El Chory-Pollo alegremente responde que forma parte del jurado esa edición, que puede votar a mi favor, que le invite a un café y luego follamos. Y tal. Me meo de la risa con semejante tontería, que suena a Baudelaire venido a menos vencido ya por la sífilis fulminante. No, gracias, creo que a mi novio no le haría ninguna gracia. Y a mí me produce menos gracia todavía, feo.
Luego seguimos chateando de esto y lo otro. Oye, por cierto, el tema del sexo cómo va, porque son todos hombres. ¿Utilizo un seudónimo masculino?. Ni se te ocurra- espeta el Chory-Pollo - que Fulana y Mengana son las directoras y está muy de moda lo de las poetisas. Ya. Bien, gracias, chao. Qué penita de hombre.
Corto y cierro y borro.
A los pocos días se celebraba una de esas lecturas donde el Pollo iba a acudir con todo su Chory, y cuando se me pasó el estupor ante tanta tontería, imaginé otra hipotésis.
Imaginemos.
Tengo un vestido que puede ser adecuado. Y unos tacones de aguja de los de móntate que en dos segundos estás en el suelo.
He perfeccionado mis obsoletas técnicas de eyeliner, por lo que mis grandes ojos de huevo puedo convertirlos en gigantescos ojos de pantera furiosa. Y labios color rojo. Y esmalte de uñas a juego.
Así disfrazada, puedo acercarme a la lectura. El sitio lo conozco, en plan elegante patio andaluz. Buscar al Chory-Pollo, pedir una mesa solos y nada de café. Un güisky con Seven Up, la bebida de guerra. Charla malintencionada. Gestos. Poco después, hacer que se levante para saludar a una persona que voy a presentarle. En este caso, mi novio. Mira Chory-Pollo, quiero presentarte a este amigo que ha leído tu obra. Hola, soy el novio. Pum. Puñetazo. Pero a la cara, en la mejilla a ser posible, para causar efecto sorpresa y que se desestabilice o se caiga al suelo redondo. Ahí entro yo (necesitaba la ayuda del primer golpe) para destrozarme la mano con un segundo puñetazo directo a su nariz, tratando de rompérsela de verdad para dejarlo más feo todavía. Y por último, patada en los cojones.
Luego me plantaría delante del organizador/organizadores (que ya tendría localizados) para soltar la perorata a voz en grito de qué vergüenza, qué vergüenza todo, esto es inconcecible, les voy a denunciar.
Largarme de allí para volver a casa, y enviar el comunicado de prensa (previamente preparado) a todos los contactos de radios, tvs y periódicos locales, a EFE y Europa Press. Escritora novel agrede al Chory-Pollo en una lectura poética por proposiciones indecentes. Y luego toda esa cosa feminista de vaya mierda, diez ediciones y sólo se lo dan a hombres, la literatura en España es una mierda machista, etc.
Fin.
Evidentemente no lo hice. Para una estúpida fama de cinco minutos mal y pronto, ya habría participado en los castings de Gran Hermano antes. Y a ver cómo uso el ordenador con la mano rota.
El premio, en el que al final participé solita sin la ayuda del Chory-Pollo, con seudónimo femenino, lo ganó otro poeto. Este año ni puto caso, la reseña en prensa se redujo a la mitad. Añada carcajada maligna. Je je je.
Hay una segunda parte.
En estos días he encontrado de pasadas que al Chory-Pollo lo meten en no sé qué generación literaria nueva que está peleado con no sé cuál otra generación nueva y, entre todos, se follan a escondidas. (Actualización post-post: no está metido en nada, es una cosa extraña de marketing de unos de-generacionados)
En fin. Qué pena. Pensaba que el show-business de Hollywood era el no va más de la depravación, pero el suburbio literario ejpañol tiene un Oscar® mucho más merecido.
Joder con las poses. Eso sí, al menos he recibido una enseñanza nueva. Nunca seré poeta ni de primera ni de quinta clase en este panorama actual, porque como soy una muchacha tendría que haber escrito cosas como la siguiente. Dice así, y con esto terminamos hoy:
MI COÑO
Mi coño no es bonito
cuando está peladito
porque tiene labios grandes
que disparan a todas partes
y se te enredan en la cabeza
y en la manos
y...
si quieres ver un coñón
vete a RedTube, cacho cabrón.
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(*) merdellón: término propio del habla malagueña (con origen histórico-francés). Sinónimo del conocido "cani" utilizado en Sevilla y exportado al mundo.
Jajajajajaja, jajajajajaja. Pese a que me ría, es triste la historia, pero me encanta cómo la cuentas. ¡enhorabuena! y siento lo de chory-pollo.
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