Infinite

Las reglas han cambiado

El vértigo no es cosa mía ni en lo alto del Dragon Khan. Quizás una sensación de aceleramiento en el estómago, subir-bajar, la gravedad maldita a 9.81 m/s². Esa velocidad toma impulso con el choque de dos pulsiones que se muerden en la boca. Visualiza dos dragones estilo chino, gigantescos, a dentelladas y guantazos.

Hace años esta fuerza era algo descontrolado. Miradas extáticas (sí, con x, no confundir con la palabra en s) clavadas al infinito y poco interés por lo demás. Tiempo de clase simulando que tomaba apuntes, cuando en realidad estba fotografiando con palabras una acalorada discusión de varios personajes.

El tiempo ha traído una portentonsa cualidad natural, que es la capacidad de "puertas para adentro". No sé cuál es el secreto, así que no hay nada por explicar. Sencillamente puedo llevar una vida normal. Salir a la calle, entregar CVs, hacer entrevistas de trabajo, ir al supermercado, y tener el mecanismo en off. Cuando traspaso el umbral de casa, ay... Cuando me siento a mi mesa, enciendo el ordenador, selecciono música y abro el procesador de textos, ay... Después ¡ay! también. Puedo hacer como si preparara la cena, viera la tele o cualquier otra cosa.

Pero tengo esa mirada que no sirve, podría estar con los ojos cerrados que sería lo mismo. He aprendido a musitar entre dientes ahora no, o un agónico estoy enmedio y me dejan tranquila.

Casi todos los días, el choque de dragones se produce con intensidad variable. Por un lado, el dragón verde: los convencionalismos. Tengo un listado precioso de editoriales y datos: historia, nombres, catálogos. Sé cómo escribir cada párrafo de cada capítulo para ajustarlo de manera individual al listado.

Por otro, el dragón rojo: el texto es el que es, y no otro. Una masa que respira y se mueve, sólo es necesario transcribirlo a OpenOffice. Cuando lo hago correctamente lo sé. Cuando no acierto en la traducción, también lo sé.

A veces la traducción es correcta pero aparece el dragón verde y empieza la bronca.

Que da igual. Dos paseos y tres canciones más tarde, gana siempre el dragón rojo.

Por eso tuve la osadía de diseñar primero el tejado, una portada para una novela a medio escribir y un título (ver lateral). Eso en mente y al inicio del documento, tras un par de meses la realidad acabó por vomitarse a sí misma. Y se ha convertido en algo así:


Y ya empiezan las complicaciones en verde. Todo lo que no hicimos = Ensayo de la Nínfula perdida o algo así (sin ser un ensayo). La imagen es sólo motivacional, de Pedro López. Cuando llegue el momento, tendré que comprar los derechos, o hacerle un encargo específico.

O pintarlo con mi boli.

Y después, habrá que esperar de 3-8 meses una respuesta editorial. ¿Y después? ¿Y si no? Hay millones de formatos, tantos que no sé qué hacer. Millones de editoriales. Millones de sitios gratuítos donde estrenar un avance. Donde estrenarla entera. Hacer un página de la novela en Facebook. No, ¡agh! eso sí que me da pereza y coraje. Dropbox total o parcial. Formatos múltiples. Blogs múltiples. Botones de Paypal para una limosna pol favol para el artista. Fajas imposibles y resúmenes imposibles, esta NO es mi primera novela, hijosdeputa. Registros varios, a fecha actual Google dice que ese título no lo ha pensado oficialmente nadie. Esperemos que se mantenga así, o en su defecto que este post sirva para reclamar algo si se diera el caso.

Regalos, ofertas y promociones.

Pero lo más importante, de las reglas que han cambiado: las 2 primeras páginas. Visualizar las dos primeras páginas de un pdf como un guantazo. Cuántos libros tienen "descarga gratis el primer capítulo" y no he pasado a la tercera página porque no hacía falta leer más del pdf AL SABER QUE ERA UNA CACA. Así llevo dos días para darle vueltas y más vueltas a dos páginas de mierda, para atravesar la frontera límite del fast-e-book.

Y de nuevo, repensar el formato. Todavía no se puede reproducir el olor a mar, sábanas usadas ni Hugo Boss. Pero sí se pueden enlazar vídeos, y MÚSICA, y mucha información visual de los idiotas de los personajes. Un sueño hecho realidad distópica. Unos links necesarios pero imposibles si es papel.

Y al final preguntarse... ¿todo para qué? ¿A estas alturas? ¿Con tanto teclado suelto y conexión a Internet, escribiendo, vendiendo, escribiendo? Con lo fácil que es coger los cuatro textos antiguos, ponerlos en Amazon y a correr.

Qué tortura escribir así.

QUÉ DOLOR DE CABEZA.

Pero no es eso... Esta vez no es como hace 18 años, ahora va en... ¿serio?

Remember.



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