Noviembre oscuro

Este mes no podría haber empezado de otra manera más delirante y desastrosa. La pesadilla relatada en el post anterior fue nada más que el prólogo.

En la madrugada siguiente, la tragedia del Madrid Arena. Pero no quiero hacer comentarios de ese horror. Como responsable de la actualización del diario digital donde estoy, no me ha quedado más remedio que revisar todas las fotos, fototuits, visionar todos los vídeos, pedir permiso a los autores, estar pendiente de las declaraciones de los responsables, de los testigos, minuto a minuto, durante varios días. Y lo que queda aún. Fuerza a las familias.

Después me he encontrado con la censura del visitado reportaje-post ALERTA: ¡estafa en ofertas de empleo! del 9 de julio. Tan sencillo como utilizar las herramientas de la navbar. Una se olvida de que esto es un espacio gratuíto, prestado, que Google es una macroempresa y todo lo demás. 

Es lo que pasa por hacer trabajo gratis. Acaba uno hasta los cojones, como le ha pasado a Javier Calvo en estas mismas fechas.

Y a pesar del interés público, este espacio es personal y literario, quizás ese reportaje periodístico estaba fuera de lugar.

La última tara ha sido mirar durante horas un folio en blanco. Que día tras otro seguía en blanco, sin letras que arrancarle.

Eso no me pasaba desde... mmm... desde nunca, en realidad, nunca un folio se quedó vacío durante tanto tiempo.

Por si acaso, no volveré a cachondearme de ninguna pesadilla que tenga.