Gente, maletas y megafonía de Babel.
Poner un pie en Atocha desde Chamartín-conexión y la primera vez que te fijas el rostro de esa gente que, como tú, sobresale apenas de un batiburrillo de maletas, encuentras a alguien conocido. Será posible, con lo grande que es esto.
Otra vez deambulo por los pasillos para gastar el tiempo y, otra vez, el ejercicio agradable de observar los mismos detalles y esquinas, desde ojos por los que ya han pasado el tiempo. Qué bien, qué mal o qué gracia. En la esquina donde la maleta coja resbala pensé el mismo pensamiento, qué pasará con el libro, disponible pocas horas antes de subir al tren. Y en esa esquina -la maleta resbala demasiado porque la ropa de invierno pesa más- recuerdo que Amazon ha ingresado 8,70 € en mi cuenta. Una cifra que ya he gastado 10 veces en dos paquetes de tabaco, ridícula, risible, totalmente banal, porque lo importante es la cifra de quien sí ha leído línea a línea. Tampoco importante si la mitad no ha entendido nada, o no del todo, por la carencia de una nota de prensa-marketing que explique cómo y por qué, que otorgue un listado de nombres ya viejos para igualar estilo.
En la franquicia halógena de libros te recibe una estantería completa para emprendedores y coaching. Sergio Fernández me cae bien, pero su manual Vivir sin jefe no sirve para montar un negocio con 0 euros de posibilidades presupuestarias reales.
Y en la segunda fase AVE-sur, otra vez, una mesa de cuatro. La anciana dolorida y súa filla, que le habla demasiado alto. El joven con gafas y Mac que invade descaradamente mi reposabrazos, mientras edita con AVID el vídeo de una entrevista y las tomas de lo que parece un casting. Chasquea la lengua de vez en cuando porque no le cuadran dos tomas desde ángulos diferentes; entre ronquido e inconsciencia -precaución de no dormir la noche anterior y así soportar un viaje agobiante sin humo- articulo unas pocas frases: usa la opción esta o quién es ese de la entrevista, se parece al director malagueño X de cortometrajes o ¿trabajas en una productora? ¿necesitáis ayudantes de producción, editores, cámaras, actrices, voz de doblaje? ¿puedo enviarte mi currículo? Pero vuelvo al sueño todas las veces, sin decir nada en voz alta.
Y por fin, destino. He vuelto a mirar los papeles viejos sin prisa. Sin tristeza, ahora, y eso es nuevo. Es una melancolía alegre. Sólo en el apartado "O" (de originales, la carpeta tiene separadores alfabéticos y temáticos) encuentro 50 folios manuscritos -por las dos caras- y cuatro folios con una grapa ya oxidada y un listado de concursos literarios de la época (1994).
Anoche antes de dormir, no sé por qué, recordé que en 2014 se cumple el 100 aniversario de Der Prozess. Y de In der Strafkolonie, publicada cinco años después (de las pocas que consiguió publicar en vida, recalca muy fuerte la página donde compruebo que la fecha es la que creo saber). Anoche antes de dormir, no sé por qué, recordé que tengo que seguir escribiendo el octavo libro (novela) y el noveno, que será de poesía, y que si antes lloraba por haber nacido 10 años antes de lo que hubiera puesto las cosas "mejor" para los escritores jóvenes, ahora estoy liberada de esa carga.
Siempre quedará Amazon para plantar la segunda dedicatoria a Kafka.
Bendita tecnología.
Poner un pie en Atocha desde Chamartín-conexión y la primera vez que te fijas el rostro de esa gente que, como tú, sobresale apenas de un batiburrillo de maletas, encuentras a alguien conocido. Será posible, con lo grande que es esto.
Otra vez deambulo por los pasillos para gastar el tiempo y, otra vez, el ejercicio agradable de observar los mismos detalles y esquinas, desde ojos por los que ya han pasado el tiempo. Qué bien, qué mal o qué gracia. En la esquina donde la maleta coja resbala pensé el mismo pensamiento, qué pasará con el libro, disponible pocas horas antes de subir al tren. Y en esa esquina -la maleta resbala demasiado porque la ropa de invierno pesa más- recuerdo que Amazon ha ingresado 8,70 € en mi cuenta. Una cifra que ya he gastado 10 veces en dos paquetes de tabaco, ridícula, risible, totalmente banal, porque lo importante es la cifra de quien sí ha leído línea a línea. Tampoco importante si la mitad no ha entendido nada, o no del todo, por la carencia de una nota de prensa-marketing que explique cómo y por qué, que otorgue un listado de nombres ya viejos para igualar estilo.
En la franquicia halógena de libros te recibe una estantería completa para emprendedores y coaching. Sergio Fernández me cae bien, pero su manual Vivir sin jefe no sirve para montar un negocio con 0 euros de posibilidades presupuestarias reales.
Y en la segunda fase AVE-sur, otra vez, una mesa de cuatro. La anciana dolorida y súa filla, que le habla demasiado alto. El joven con gafas y Mac que invade descaradamente mi reposabrazos, mientras edita con AVID el vídeo de una entrevista y las tomas de lo que parece un casting. Chasquea la lengua de vez en cuando porque no le cuadran dos tomas desde ángulos diferentes; entre ronquido e inconsciencia -precaución de no dormir la noche anterior y así soportar un viaje agobiante sin humo- articulo unas pocas frases: usa la opción esta o quién es ese de la entrevista, se parece al director malagueño X de cortometrajes o ¿trabajas en una productora? ¿necesitáis ayudantes de producción, editores, cámaras, actrices, voz de doblaje? ¿puedo enviarte mi currículo? Pero vuelvo al sueño todas las veces, sin decir nada en voz alta.
Y por fin, destino. He vuelto a mirar los papeles viejos sin prisa. Sin tristeza, ahora, y eso es nuevo. Es una melancolía alegre. Sólo en el apartado "O" (de originales, la carpeta tiene separadores alfabéticos y temáticos) encuentro 50 folios manuscritos -por las dos caras- y cuatro folios con una grapa ya oxidada y un listado de concursos literarios de la época (1994).
Anoche antes de dormir, no sé por qué, recordé que en 2014 se cumple el 100 aniversario de Der Prozess. Y de In der Strafkolonie, publicada cinco años después (de las pocas que consiguió publicar en vida, recalca muy fuerte la página donde compruebo que la fecha es la que creo saber). Anoche antes de dormir, no sé por qué, recordé que tengo que seguir escribiendo el octavo libro (novela) y el noveno, que será de poesía, y que si antes lloraba por haber nacido 10 años antes de lo que hubiera puesto las cosas "mejor" para los escritores jóvenes, ahora estoy liberada de esa carga.
Siempre quedará Amazon para plantar la segunda dedicatoria a Kafka.
Bendita tecnología.
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