Infinite

Alabanza PREVIEW - señores críticos y cagadas monumentales


Para quien no lo sepa (todavía) terminé de leer Alabanza de Alberto Olmos el 11 de abril a las 23.40 horas, Kindle mediante. No acabé el mismo 10 de abril porque en medio tuve que hacer otras cosas innecesarias como ir a trabajar, dormir (poco) o comer (se me olvidó). El 13 de abril volví a terminarla (en papel) y todavía a remolque de la lectura simultánea junto a Eduardo Laporte, más reposada que la mía. Después, cuando Sergio alias El Chico que leía demasiado me comentó algo, fui a revisar desde la página 94 más o menos... y acabé por la 376 otra vez, sin darme cuenta.


Redondeando, tres lecturas. Y de reseñas, dos. Para quien no lo sepa, estaba en ello, casi terminada, pero al trastear con unas fotos desapareció todo el post. Y vuelta a empezar.

Aquí no he venido a hacer la reseña, cosa que por otra parte no sé hacer. O no quiero. O ya veré si la termino. Hay una horrorosa afluencia reciente de público a este blog, como buitres esperando a ver qué digo del dichoso libro. Esperad sentados, porque todavía no sé cómo. Alabanza es lo que es, un novelón. Pero mi inutilidad para hacer una reseña es por la suma de otra(s) circunstancia(s). 

Aquí viene el adelanto de los esquemas de lectura, para que os hagáis una idea. Un círculo es el contenido, otro la forma. El qué y cómo, la historia y el estilo de toda la vida. 
Hola, soy el límite de la ficción

El encaje entre uno y otro se produce de forma arbitraria para cada lector, según la individualidad de cada uno. El truco de los bestsellers es que haya muchos lectores individuales haciendo bulto dentro de la elíptica (que puede ser de tamaño variable) y eso se consigue recurriendo a lugares comunes, para aumentar demografía.

Mi problema metafísico con Alabanza es que la lectura la puedo traducir en este gráfico diferente:


PUM. A ver qué hago. Porque además, hay una serie de coincidencias asombrosas en ambos círculos, casualidades, detalles que poca gente conoce o que, por ejemplo, si el libro aparece en diciembre o para regalo de Reyes no se hubieran dado. A Sergio le comenté una, a Laporte una decena más, pero en realidad son como 30 o 40 (me cansé de contar).

Que he estado a punto de llamar a Iker Jiménez, llorando.



Así no hay manera de hacer una reseña de nada. 

Pero ese no es el tema aquí. En Alabanza todo es a lo grande. Tan grande que ha aparecido un crítico o comentarista que podríamos catalogar como hermano mayor de Ignacio Echevarría. Que ya es decir. 





Lo siento, Eche, todos nos hacemos mayores.

El nuevo tonto a las tres se llama Juan Ángel Juristo, y firma una columna en gris muy cuqui, al final de la entrevista en ABC. Como digno sucesor, en su bio pone "crítico literario español". Aunque la autodefinición no es tan clara. En una entrevista que le hacen, el sr. Juristo asegura:

- Lo que usted hace, entonces, ¿considera que está dentro del periodismo o de la literatura?
- Está dentro del periodismo, pero yo lo que pretendo es hacer de la crítica literaria un género, un género literario dentro del periodismo, como pueden ser las columnas, por ejemplo. Lo que pasa es que eso es algo tremendamente difícil porque hay una serie de normas muy establecidas que dificultan la forja del género. En el mundo anglosajón, por referirme a un caso distinto, se pide al comentarista normalmente que haga crítica informativa, no valorativa, porque los periódicos no quieren correr el peligro de que el público no llegue a comprender la crítica. Aquí, sin embargo, se trata de un mundo muy endogámico y al crítico lo entiende el criticado y quienes se mueven en este mundillo, pero el lector corriente no llega a comprenderlo. Es una cuestión de mercado, porque los suplementos literarios de los periódicos se leen poquísimo, los leen solamente aquéllos que están especialmente interesados en los libros y, claro, a ellos hay que dirigirse.

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- ¿Quién hace la crítica de la crítica?
- Si los lectores escribieran, ellos serían los críticos de los críticos. Hay juicios sobre la crítica, cómo no, pero no crítica de la crítica, porque para eso hace falta, por lo menos, tener la ilusión del canon y la ilusión del canon sólo la da la letra impresa, que para eso es el juicio establecido.

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Hola, Juan, gracias por dirigirte a mí, pero odio que me tomen por gilipollas.

La que te ha caído encima.

Empecemos.



Lo típico del inicio biográfico, que estamos ya hasta los cojones del Herralde. En ese intrigante "más tarde" (que bien puede ser la pausa para el café mientras le daban el Premio de marras) al autor le dio tal ataque hipergráfico que vinieron cinco libros. Incluso alguno más que se escapó por ahí y no lo citamos porque es una columna pequeña. Eso sí, que se note que Juan Ángel es un señor que lee mucho, el último se lo leyó y nos comenta lo de las voces líricas un tanto forzadas. ¿Pavarotti resurrecto cantando en un bar de Lavapiés? Curioso resumen de Ejército Enemigo, pero si usted lo dice no voy a discutirle, que el crítico/comentarista es Vd.

Sigue:


No me he enterado bien. ¿Que el oficio de escritor es juntar palabras? ¿Que lo ha hecho bien? ¿O no? Feliz compensación qué es, ¿que no se le ha escapado ningún ola k ase? No entiendo nada.

Hagamos un ejercicio de distopía inversa e imaginemos que Olmos tiene, qué se yo, nueve años menos. Creo que este es el párrafo adecuado donde se pone esto:




 Siguiente:




Exacto, bien dicho, todo es ciudad. La novela transcurre en un pueblo, pero un pueblo es una ciudad también, ¿no?

Además, todos los adolescentes viven en un despiste existencial y luego maduran, claro, y los escritores también envejecen y maduran, no sé qué os pensábais. Sólo que Olmos ya nació cínico y desencantado, no son cosas de la edad. Hazte así, Juristo, que tienes un lugar común colgando.


Si cambias metáfora por radiografía y podría ser por es y... vamos, ¿por qué no se lee la tercera parte del libro, sr. Juristo? Y ya que estamos, la primera también, porque mínimo he contado dos voces, dos puntos de vista, Claudia & Sebastian. Y hablando de Sebastian...




No sabemos si aposta o sin querer, pero Olmos ha colocado un señuelo tan llamativo como un neón de Las Vegas. Sebastian. Se-bÁs-tian, con acento en la primera A. 

Parecería un error, bah, las prisas, ya sabes, la hora de entrega del artículo, una errata de la nota de prensa. Si no fuera porque en el mismo texto se explica varias veces. El propio Sebastian cuenta que se llama Se-bás-tian, es tan sencillo como LEERLO. Pero claro, esto es un infierno, Charlie. Vamos a morir todos. Que lo sepas. Un infierno.

Y mujer lo he subrayado porque los protagonistas están casados, tienen cuatro niños (dos son gemelos), un perro y un canario, que se quedan todos en casa de la suegra mientras la pareja se va al pueblo a desconectar.


Pues eso, Sebastian, el infierno en la tierra. Vaya atmósfera,  que nos abrasamos.

Y por último:



Para disimular un poco, voy a estar de acuerdo con otro que seguro se ha leído el libro y tiene una opinión contrastada y además sale en la contraportada del mismo libro en papel, así que sabe de lo que habla. Seguro.


Juan Ángel, que no se ha leído  Vd. el libro.
Juan Ángel, que no se lo ha leído.
Juan Ángel, QUE NO.


La crítica, o el comentarismo, o como lo queráis llamar, no está muerta. Tampoco está en coma. Está de cuerpo incorrupto, momificada, aquí como el amigo ex faraón. Larga vida al Faraón. 


Espero sinceramente que Juristo tenga un contrato de becario o que no le paguen esa columna, porque...

Juan, léete el libro.

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