El verano nunca será el mismo.
Ya no es lo mismo.
El aire tibio sigue permitiendo ver la luz dorada hasta las diez de la noche, en una noche-tarde que no pertenece a ningún mundo. A esa hora, el salitre debe ser el olor del cielo. De día, el sol sigue poniendo la piel color café doble. Los lunares siguen apareciendo, color café con hielo.