Infinite

2013 brillante

La batalla está a punto de finalizar. O quizás ya se acabó y entregamos las armas sin darnos cuenta. El sol brilla el 1 de enero, 2013, igual que lo hizo ayer y la semana pasada o la anterior.

Aquí no ha habido ningún cambio sustancial pero a los humanos nos gusta marcar los calendarios, ofrecer buenos deseos, pensar en positivo. Es lo que tienen estas fiestas del mundo occidental: en el fondo nos impregna la masa crítica de la exaltación, saber que es una celebración que trasciende la fiesta de barrio, de los amigos, de la ciudad. Es una en la que todos parecen unirse. Y nos dejamos arrastrar, por qué no, muy agradable al unísono.

En el arrastre apocalíptico de este año se desprendieron las últimas escamas. No habrá planes ni propósitos que se deshacen siempre, ni habrá voluntad benéfica de cambio. Eso para otros, que pensaron que este amancer sería distinto al de ayer. Y no loha sido.

Estamos vivos y juntos, sube la luz, la gasolina y el tren. No de aumento natural por la carestía de la vida sino más de lo que debiera.

Vivos y juntos, el horror continuará pronto en este 2013, habrá más indignación, habrá futuros suicidios de gente sin otra salida, existirán las mismas contradicciones de estos días como observar los langostinos en la cena mientras Willy Uribe está a centenares de kilómetros pasando hambre con huelga. Esas cosas de este mundo.

Habrá belleza y fealdad. Sin ir más lejos la indefensión aprendida que hace matarse a la gente vuelve la próxima semana, cuando finaliza mi contrato. De nuevo buscar y encontrar centenares de fraudes en las ofertas, de nuevo hacer cuentas de todos los múltiples estudios que podría iniciar para calmar el ansia de saber, o cambiar de profesión oficial, pero tampoco se puede. Los proyectos que se podrían emprender, pero hace falta una inversión necesaria que permita alimentarse hasta que el proyecto funcione. Y no la hay de mientras, nadie asegura que el proyecto sirva de algo. Dar vueltas de rún-rún cerebral a talleres literarios donde podría apuntarme, como si tuviera una oportunidad. Pero después del primero oficial, es ya evidente la conclusión: en realidad no necesito que me enseñen lo que ya sé; lo que necesito es un contrato con una editorial para mi propia voz a solas y que el editor ya se encargue de corregir lo que quiera.

Pero este 13, regresaré a la ventana para saber, aunque esté nublado, que la Tierra seguirá girando muchos años más, como todos los días (salvo irrupción de algún cuerpo celeste imprevisto en el Sistema Solar). Este año, afianzaré la persona que se ha comido al personaje, al verdadero ruido del mundo que se expresa por aquí (y por otras redes), esa que por fin es la realidad mientras la confunden, sin saberlo, con un avatar. Porque no lo sabéis. Pero es gracioso. Un año más.


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