Hay un punto de no-retorno orgásmico del que, una vez sobrepasado, no se puede regresar. Por mucho que se invente Sánchez Dragó que domina la técnica de retroeyaculación.
Ese lugar inevitable de levantar el pie al abismo y dar el paso. Y caer. Este fin de semana llegó. La balanza se ha inclinado hacia un lado, hasta casi romper el nivel. Mil veces al día lo deshecho y encuentro pegas, mil veces lo retomo. Pero la balanza ha indicado ya una vez un mismo sitio.