Tengo las neuronas fritas con tanta lectura de un artículo a otro, entre el Estatuto del Trabajador, convenios colectivos, bases de cotización y Reales Decretos varios.Y la consulta online con acceso a datos oficiales del registro mercantil.
No os lo váis a creer, lo sé. Esto parece una película de los Monty Python.
Hoy, 1 de mayo, día del trabajo, con 6.2 millones de parados sacándose los mocos, estoy obligada a trabajar de manera fraudulenta.
Despistes extraños por aquí y por allá, malintencionados, para un extraño contrato temporal en el que ni siquiera hay sueldo fijo. Y por lo que reviso, tampoco hay derechos básicos, con artículos por aquí y allá trampeados al gusto del empresario.
Me meo de la risa. Por favor, antes de buscar una silla para estamparla en mi cara, os invito a reir conmigo: ni siquiera es un mini-job. Estoy obligada a acudir, el 1 de mayo, a un infra-job. Con muchas probabilidades de convertirse en un aereal-job, es decir, con un sueldo como el aire, invisible.
Todo parece una encerrona casuística para que no haya otra salida posible.
Bien.
Pues busco sello editorial que quiera publicar, en dos semanas, la crónica Los versos del hambre: generación excluída. Que me da igual también, edición en Amazon si nadie lo quiere. Tomarporculoyá.
Qué hartura.
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