Mira, niño, mira lo que no fue.
Mira lo que queda de ti.
Este año no hay Doodle, porque es un número impar, una cifra un poco fea que no cuadra. Hay cosas más importantes.
Israel tiene un estado propio (y un etcétera demasiado largo).
La tuberculosis ahora se cura, esos sanatorios en las montañas no servían para nada.
La causa de que la posteridad juzgue más acertadamente al muerto radica en éste. La verdadera índola se desarrolla tan sólo después de la muerte. Estar muerto es para cada uno como la noche del sábado para el deshollinador. Le quita el hollín al cuerpo. Y queda aclarado si los contemporáneos le han hecho más daño a él o él a ellos. En el segundo caso fue un gran hombre.
Mira lo que queda, también.
Hay letras doradas escritas en tu lápida.
Apoyó ese lápiz en la parte superior de la lápida; la lápida era muy alta; el hombre no necesitaba agacharse, pero sí inclinarse hacia adelante, porque el montículo de tierra (que evidentemente no quería pisar) lo separaba de la piedra. Estaba de puntillas, y se apoyaba con la mano izquierda en la superficie de la lápida. Mediante un prodigio de destreza, logró dibujar con un lápiz común letras doradas y escribió: "Aquí yace".
[...]
[...] inmediatamente se abrió debajo de él un gran hoyo, de empinadas paredes, en el cual K., impulsado por una suave corriente que lo colocó de espaldas, se hundió. Pero cuando ya lo recibía la impenetrable profundidad esforzándose todavía por erguir la cabeza, puedo ver su nombre que atravesaba rápidamente la lápida, con espléndidos adornos. Encantado con esta visión, se despertó.
Mira todo lo que queda.
Vamos, despierta.
Felicidades nº 131.
[...] como
en general no se preocupa de sí en absoluto, pero hay alguien
desconocido que se preocupa por él, tan sólo por él. Y esas
preocupaciones de ese alguien desconocido, y en especial su constancia,
son las que en horas silenciosas le causan una terrible jaqueca.
Praga, bajo tu clavícula.
ResponderEliminarNo he ido. Mejor que no vaya, me quedaría en ese cementerio a vivir.
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