Esta nueva caja para ti, que se deshace. Quizá un nuevo vestido y un perfume, un agua eau de rosas machacadas como adornos. El roce de nuestras telas es suficiente para que caiga el sol por un lado del precipicio, el fin de la Tierra-tierra está al volver la esquina y encontrarte en otro rostro que no me reconoce.
Gesticula raro. Deja atrás pasos de dinosaurio extinto, templos derruidos, míticos lugares que siguen sin una historia.
Éramos bellos. Éramos inocentes. Bellos demonios inocentes en su contacto, la hueste del remolino cuando se toman de las manos para saltar al espejo, la legión despegada de la tierra purulenta y cocinada con mercurio.
No lo toques, es venenoso.
Y qué valientes sin que nadie lo pidiera, tócalo.
Se filtra podredumbre gota a gota hasta que finaliza el control de radiotransmisiones, no conecta, te dije que no lo tocaras por si se rompe, por si sale una grieta del uso, entonces no lo uses, entonces para qué sirve, entonces qué.
Los demonios tienen hambre cuando ya han deglutido la belleza, siguen con hambre, se han tragado todo el berilo y la obsidiana y las columnas, queda escombro, quedan los pequeños bizantinos nómadas de siempre, y entonces qué, entonces esta otra nueva caja también para ti, que se deshace.
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