Infinite

#Semana 1# Probar que no puedes ser escritor



Como me he quedado tan traumatizada con el antimanual No puedes ser escritor de Rafael Sarmentero, perdón, del Genius, he decidido copiar el consejo número 96 (cómo escribir una novela -parte 2) porque a los geniuses se les copia, que para eso lo son. 

O se les plagia, qué más da, porque estaba convencida de que no iba a funcionar en absoluto. Eso pasa por fiarse, que acabo llevando la contraria a todo... incluso a mí misma.

En el número 96 nos cuenta Sarmentero que durante un año estuvo liado con el borrador de una novela (liado escribiendo, se supone) y que registró el proceso semanalmente en su blog, con el número total de palabras escritas y foto egoíca del careto. 

Que si un poco es mucho, que si un poco marca la diferencia, que si etcétera. Mentira todo, qué fácil, seguro que no sirve con un atasco de más de año y medio no-escribiendo una novela. A ver cómo se arregla eso, haciéndose fotitos... 

En este caso hay un poco de trampa, porque mi punto de partida no es cero. La idea andaba por ahí, flotando, hasta el negrísimo febrero de 2013. En marzo 2013 (cuando Sarmentero acababa su borrador) encontré la excusa para ponerme las pilas, que era presentar la idea dentro de un festival literario y, si era seleccionada, varios editores en activo (de los de carne y hueso de verdad) opinarían sobre el proyecto.

Así que escribí la sinopsis completa, el índice de capítulos, lo que iba en cada uno, con su título, su portada y las primeras 20 páginas. Y ahí se quedó. Faltaba escribir el resto, claro.

La idea dejó de tener sentido. O las circunstancias dejaron de tener sentido, una losa  de varias toneladas, como explico dos posts atrás. No quería seguir una disciplina diaria, seria, para un proyecto que (como todos los anteriores) no iba a otro sitio más que un cajón. 

Para mi desgracia bastó un sólo comentario (este) de Te-meto-en-follones a.k.a. Homo Minimus para alcanzar el famoso punto de no retorno que tanto copietean de Kafka y nadie sabe nunca a lo que se refiere. La idea quedó en suspenso por un trabajo temporal, pero siguió su trayectoria autónoma por el subsconsciente. Cuando un mes y medio después estaba otra vez en el paro, sencillamente estalló. Y no pude levantarme de la silla hasta que no terminé de escribirlo y corregirlo todo.

Desde entonces he añadido un nuevo freno a esa otra historia larga; las circunstancias culpables, igual de malas, por un lado. Y por el otro, la lógica de que ese nivel de enajenación (siete-ocho horas íntegras y diarias dedicadas a escribir-corregir) era imposible de alcanzar otra vez. O peor, lo mismo no aparecía nunca. Nunca máis. Y la novela se quedaba aparcada hasta el infinito...

Al ser una historia más compleja, el recorrido ha sido también más largo mientras se cocinaba ella sola. Pedazos por aquí y por allá. Cada vez que me acordaba de los personajes, tenían algo nuevo que decir, más importante y más claro. Que no decían nunca, porque no ha existido un asentamiento oficial de culo en silla para eeeh, que estoy escribiendo una novela, a que soy guay.

Hasta que me he convertido en una perfecta indolente con su perfecta excusa, no es que no quiera, es que no puedo, qué fracaso, no soy capaz, no me va a salir, mira cómo lloro. 

Y llega el Genius y a una le entran ganas de comprobar en qué mala forma está y que no puede porque, efectivamente, es una inútil integral. 

Chimpún. 

A la novela le ha crecido un nuevo título (diferente a los tres anteriores) que no os voy a contar, una portada definitiva que no  os voy a enseñar y tres partes (más una sorpresa) en plan coñazo clásico.

Los plazos son:
* Parte 1:  22 octubre (escritura+corrección). Rarísimo porque justo la primera parte empieza un 22 de octubre. 
* Parte2: 22 de noviembre (escritura+corrección)
* Parte 3: 22 diciembre (escritura+corrección)

Final: ENERO 2015. 
Extensión deseada: 215 páginas, ni una más ni una menos. 215 a Word, que impresas son más; ya está bien de tanta mierda de cienpaginismo.

Y la primera semana ha sido un verdadero caos. Repetir aleatoriamente algunas manías que funcionaron la primera jornada. Resumen bonito:


#SEMANA 1#
  • Lunes: 525 palabras
  • Martes: 619
  • Miércoles: 309 (uyy, por dormir mal)
  • Jueves: 660
  • Viernes: 0 palabras. En vez de seguir por el párrafo anterior, ¿¡a quién cojones se le ocurre releerlo todo desde el principio!? Correcciones. Hay cuatro párrafos que me suenan a estropajo y pierdo la cuenta de los cambios en ese trozo.
  • Sábado: 0 palabras. Intento procrastinar. Arranca la primera parte del poemario que también flotaba por ahí. Escribo el índice temático (ya tenía  portada). Pero esas palabras no cuentan en esta lista.
  • Domingo: 0 palabras. WTF! que sigo con el poemario. Trasteo con unas cuantas plantillas y decido que lo sacaré en Lulú.com, por probar, así a la aventura otra vez, aunque la poesía venda una mierda. Con dibujos propios también, como siempre he hecho con los poemarios. Estas palabras tampoco cuentan, trampa.
  • TOTAL = 2113 palabras
  • Esfuerzo real = 10%



Lo del esfuerzo real significa que no me he agotado lo más mínimo, ni he estirado el horario ni me he muerto en el intento, teniendo en cuenta una serie de cosas que llevo ignorando desde hace no sé cuántos meses. Tan sencillas como:

  • Dormir: la falta de sueño me matará antes que el tabaco. Duermo a deshora o cuando estoy agotada; eso provoca sueños confusos y movidos, sueños en los que me despierto pero sigo dentro de otro sueño y tengo que despertarme una segunda vez (muy a lo Poe) o directamente pesadillas. La niebla mental es espantosa. Empecé esta tarea el día en que dormí "normal", sin pesadillas raras, después de meses sin hacerlo.

  • Que sea la primera tarea: es un ejercicio que aprendí de El camino del artista, de Julia Cameron, y que me gusta/funciona especialmente. Es tan sencillo como recién despertado, sin haber puesto siquiera un pie en el suelo, escribir del tirón tres páginas con lo que venga (diario, algún sueño, el plan del día, etcétera). En esta semana he usado la variante relajada: sólo perder tiempo en calentar un café con leche, encender el ordenador y abrir el documento por el párrafo en que lo dejé. 

  • Por supuestísimo, nada de Twitter ni similar: da igual quién se haya muerto o qué ha explotado, te enteras luego. Mi TL en concreto es un asco para eso, lleno de editores, escritores, periodistas y blogueros literarios, y siempre tengo la mala suerte de que a primera hora alguien enlaza cualquier artículo de "los escritores famosos hacían o dejaban de hacer", "las nuevas generaciones de escritores de no sé qué" y parecido. Cosa que me enfurece bastante y pierdo la concentración. Ni mirarlo. (Vale, bueno, lo único que miro de la Interné son los raudos de Malherido.com)

  • Nada, absolutamente nada de música: sorpresa. Tengo la costumbre de escribir con música, que para el blog va bien. Aunque haya algo pre-escrito, sobre la marcha la propia música inspira el texto. Por eso acabo añadiendo tantos vídeos en las entradas. Un acompañamiento bueno si es un texto que debe crearse en el momento; para una historia que ya está hecha y sólo hay que "transcribirla", es una distracción máxima. Tampoco se puede estar haciendo de DJ para que la música cuadre con la evolución de la historia. Así que mejor CERO.

  • Soltar el teclado al 80%: algo que me salió instintivo el primer día, no sé por qué, pero es bastante eficaz. Cuando todavía quedan unos pocos párrafos que se podrían añadir en la labor diaria, cortarlo ahí. De esta manera, sabes lo que sigue con total seguridad y no da tiempo a divagaciones con lo que vendrá en el capítulo 10 o los diálogos de esa charla del 11. Cuando reanudas al día siguiente, no hay hueco, ni vacío y la historia sigue fluyendo sin interrupciones. Y no existe la hoja en blanco ni etc.


Y ahora, otro resumen bonito en colores, que lo tiro todo hoy por la ventana:

Semana 1

Qué mal ha salido el experimento, resulta que funciona.
Y como me lo he pasado tan bien, de regalo, ahí va no uno sino dos selfies de la semana.

La próxima, más. Y PEOR.

#Semana 1# 2113 palabras. Tía, qué macarra, cómo te pasas


#Semana 1#. Que se me cae el tanga, tía.


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