Infinite

Sin borrador

Se amontonan las palabras en uno, dos
o tres borradores, sin tener vergüenza
por mostrarse o con toda la vergüenza
porque hablan otros de casuísticas inexistentes.

Se borraron como si no hubieran existido
no por miedo, no sin gloria, no de llanto de la risa
sino llanto amargo del que duele, otros, saben,
dicen y premian lo infinito
que nunca podrá entrarse en la palma de su mano:
está podrida, está cerrada, está vetada.

Mordor es patético es comparación
con tal caterva de azazelíticos destructores
de lo ajeno.

Que nunca (no saben)
que nunca (pudieron)
respirar las letras y escribir el aire.
Renglones en las venas
no es una vacua metáfora.
Murallas de Mordor tampoco.
Del lado de fuera, son inexpugnables.

Sin borrador se quedan palabras ajenas,
sin vergüenza, sin mesura, vacías del alma
que de la sustancia salieron,
la masa indigna roba sin saber lo que
roba, tiene, huye,
dan premios oscuros a modo de exorcismo
mientras Luz-ifer se carcajea. O llora.

No hay voz propia que encontrar ni
borrador posible en aquello que ya está
determinado.

Modelos no existen.
Jamás existieron.
Madurar hasta la inversa.
Renacer era eso.

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