El reloj marca y 57 y me relamo del gusto por la precisión; hay tiempo de sobra. Tres minutos. Ya estoy preparada al viejo estilo, con todos los sentidos alerta, como si fuera una cita periodística de antaño. Ese tic del reloj suizo, sueco en este caso, la errata que no he corregido todavía en el libro, no sé por qué: mirar el móvil -el reloj- cada 5 segundos, no cada 5 minutos.
Nuestro mundo
miércoles, 30 de septiembre de 2015
Llevo el móvil en la mano pero me da pereza usar el botón de foto. Trotando al ritmo de la música me aproximo a los menhires con la luz preciosa, el cielo sin una nube, verde fosforescente en los pies con alguna margarita salvaje en su sitio correcto.
Tomar el sol, tomar la luna
lunes, 28 de septiembre de 2015
Los grandes eventos astronómicos observables a simple vista son un imán para mi curiosidad. Y esta noche las nubes han desaparecido. Aunque no recordara la cita, en el ventanal más grande de toda la casa sólo hay superluna: frontal, gorda, silenciosa.
El post espectral
sábado, 12 de septiembre de 2015
Hoy (sábado) me he despertado a las 5.55 de la mañana. A las 6 ya estaba sentada en el escritorio. El tiempo justo para calentar un café con leche en el microondas e ir al servicio a mear. Dejé el ordenador encendido la noche anterior. También tengo tabaco.
El niño de la playa y las redes sociales
viernes, 4 de septiembre de 2015
Las redes sociales permiten hoy que cualquier ciudadano sufra los embates de un periodista. Chocar de frente con las pruebas documentales del horror sobre el planeta; acceso a testimonios, a vídeos, a fotografías, al sonido mismo de cómo están las cosas, incluso a la retransmisión en tiempo real. Un periodista tiene que digerir todo eso, por el trabajo de otros compañeros o directamente sus ojos en el sitio, con una digestión que no termina nunca. Porque hay muchas más cosas de las que terminan por salir con difusión máxima.
Noites
lunes, 31 de agosto de 2015Timba poética del Comando Esbardalle |
Ocurrieron cosas.
Siempre ocurren cosas, pero esta vez ocurrió el algo un poco más fuerte. Los duendes correteando a su antojo, la magia de las conjunciones espontáneas, tiene muchos nombres. Cuando en la performance todo encaja sin haberlo ensayado porque se está creando en ese justo momento, aunque traigas los deberes hechos de casa; los músicos, cantantes, bailarines y actores saben de la chispa que hablo.
Siempre ocurren cosas, pero esta vez ocurrió el algo un poco más fuerte. Los duendes correteando a su antojo, la magia de las conjunciones espontáneas, tiene muchos nombres. Cuando en la performance todo encaja sin haberlo ensayado porque se está creando en ese justo momento, aunque traigas los deberes hechos de casa; los músicos, cantantes, bailarines y actores saben de la chispa que hablo.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)