Otro granito de arena más, pequeño y ridículo. Estaba aquí sentada en la oficina, cuando empecé a escribir este post. No es mala idea eso de que el Fin del Mundo sea mañana, por qué no. Decido aprovechar estos minutos en rebeldía.
Estaba aquí sentada, como digo, sin hacer nada. Porque se supone que es un trabajo lo que escribo en el ordenador, pero no pagan (día 20 de mes, ojo, y era el 5). Así que gasto el tiempo en escribir en el blog, que tampoco pagan, a menos que pinchéis por caridad en los anuncios Adsense que he puesto por ahí...
El planeta ya puede irse al carajo, porque apenas hay margen de maniobra para arreglar unas pocas esquinas. Para cambiar el mundo hay que empezar por lo más cercano, mejorar uno mismo y lo de alrededor próximo, y a estas horas no sé si es una frase de Lennon, de Paulo Coelho o de quién ni cuándo la he escuchado.
Moviendo papeles estos días, he llegado a una espeluznante conclusión. No es la crisis, es la mentalidad. La mentalidad del zafio empresario ejpañol de los medios de comunicación, cargo que parece atraer como un imán a todo tipo de personalidades con rasgos de psicopatía y megalomanía, derivada a su vez de fuertes complejos de inferioridad.
Ya sé, las generalizaciones son una cosa muy mala. Entiendo que incluso haya empresarios competentes (en alguna parte) y profesionales de vocación.
Pero he descubierto en mi trayectoria que, fuera de esta situación concreta de ahora, en todo tipo de medios (sobre todo pequeños y medianos) los directores/jefes cobran su nómina de cuatro y hasta cinco cifras, mientras con la boca grande se quejan de "lo mal pagada de la profesión". Y sus empleados, los periodistas en el campo de batalla, apenas llegan a 700 euros. Hablo de tiempos en que no existía la crisis por ningún lado, cuando todo estaba bien. Y de medios cutres, es que he tenido una mala suerte...
Hay un montón de derechos laborales que vienen recogidos en otro tanto montón de convenios, leyes, estatutos y jurisprudencia provincial, autonómica, estatal. Sólo hace falta tener paciencia para buscarlos y cuadrar la información. Aquí hablo de todas las empresas, no sólo de comunicación.
Algún caso flagrante de antaño, si lo hubiera reclamado, no me habría convertido en millonaria con la indemnización pero sí hubiera alcanzado para vivir holgadamente hasta este 2012. Imaginad hasta dónde llegaron.
La única conclusión: si el artesano maya de la estela de Tortuguero al final se tomó una licencia, entonces el mundo comienza pasado mañana. Y la excusa de la crisis ha dejado de valer. Por completo. Que no me la cuenten más.
Estaba aquí sentada, como digo, sin hacer nada. Porque se supone que es un trabajo lo que escribo en el ordenador, pero no pagan (día 20 de mes, ojo, y era el 5). Así que gasto el tiempo en escribir en el blog, que tampoco pagan, a menos que pinchéis por caridad en los anuncios Adsense que he puesto por ahí...
El planeta ya puede irse al carajo, porque apenas hay margen de maniobra para arreglar unas pocas esquinas. Para cambiar el mundo hay que empezar por lo más cercano, mejorar uno mismo y lo de alrededor próximo, y a estas horas no sé si es una frase de Lennon, de Paulo Coelho o de quién ni cuándo la he escuchado.
Moviendo papeles estos días, he llegado a una espeluznante conclusión. No es la crisis, es la mentalidad. La mentalidad del zafio empresario ejpañol de los medios de comunicación, cargo que parece atraer como un imán a todo tipo de personalidades con rasgos de psicopatía y megalomanía, derivada a su vez de fuertes complejos de inferioridad.
Ya sé, las generalizaciones son una cosa muy mala. Entiendo que incluso haya empresarios competentes (en alguna parte) y profesionales de vocación.
Pero he descubierto en mi trayectoria que, fuera de esta situación concreta de ahora, en todo tipo de medios (sobre todo pequeños y medianos) los directores/jefes cobran su nómina de cuatro y hasta cinco cifras, mientras con la boca grande se quejan de "lo mal pagada de la profesión". Y sus empleados, los periodistas en el campo de batalla, apenas llegan a 700 euros. Hablo de tiempos en que no existía la crisis por ningún lado, cuando todo estaba bien. Y de medios cutres, es que he tenido una mala suerte...
Hay un montón de derechos laborales que vienen recogidos en otro tanto montón de convenios, leyes, estatutos y jurisprudencia provincial, autonómica, estatal. Sólo hace falta tener paciencia para buscarlos y cuadrar la información. Aquí hablo de todas las empresas, no sólo de comunicación.
Algún caso flagrante de antaño, si lo hubiera reclamado, no me habría convertido en millonaria con la indemnización pero sí hubiera alcanzado para vivir holgadamente hasta este 2012. Imaginad hasta dónde llegaron.
La única conclusión: si el artesano maya de la estela de Tortuguero al final se tomó una licencia, entonces el mundo comienza pasado mañana. Y la excusa de la crisis ha dejado de valer. Por completo. Que no me la cuenten más.
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